Un peso fuera del rango óptimo puede causar problemas en la fertilidad femenina. Un índice de masa corporal (IMC) inferior a 17 Kg/m2 o superior a 27 kg/m2 suele asociarse a infertilidad por disfunción ovulatoria. En casos de sobrepeso, se puede producir una hiperinsulinemia, que acaba afectando a las hormonas que regulan el ciclo ovárico. Estas hormonas también se ven afectadas en pacientes con bajo peso, que pueden desarrollar amenorrea hipotalámica (hipogonadismo hipogonadotropo). Existen estudios que demuestran que pacientes obesas presentan peores resultados al realizar tratamientos de reproducción asistida, aumentando la mala calidad ovocitaria y las tasas de aborto espontáneo.

En el hombre, el sobrepeso también acarrea un desequilibrio hormonal, disminuyendo la producción de testosterona. El déficit de esta hormona afecta de dos formas diferentes la fertilidad masculina. Primero, se relaciona con una disminución de la calidad seminal, disminuyendo la concentración, movilidad y morfología, además, un elevado peso suele acarrear un incremento de la temperatura corporal y por tanto, la fragmentación del ADN espermático aumenta. Segundo, bajas concentraciones de testosterona, puede disminuir la líbido del varón así como causar disfunción eréctil.

Además del peso, se ha demostrado que el consumo de alimentos procesados y aquellos que contienen muchos conservantes y aditivos también pueden afectar a la fertilidad, por lo que se recomienda consumir lo mínimo posible.