El actual ritmo de vida que debemos soportar es agotador para nuestro organismo, que puede ver como afecta al sistema endocrino, y por tanto, a la fertilidad. Un estrés alto puede ocasionar desajustes en el ciclo ovárico y espermatogénesis, afectando la producción de gametos. Además, la ansiedad puede agravar alteraciones que ya existen en la pareja, aumentando el tiempo necesario para conseguir la gestación, lo que también volvería a aumentar el estrés, actuando como el pez que se muerde la cola. Se conoce que el estrés también disminuye las probabilidades de éxito en tratamientos de reproducción asistida, y es uno de los principales factores para que las parejas dejen de acudir a dichos tratamientos.